viernes, noviembre 19, 2010

PRIMERO CONQUISTAREMOS MANHATTAN, DESPUES CONQUISTAREMOS BERLIN.

Últimamente no paro de vincular cosas, una de ellas es un poema que me ha recordado una canción de Coque Malla que tenia olvidada y que me encanta.



El poema es de María Lado (A Coruña, 1979). Berlín es un libro de poemas de amor y es el nombre del protagonista de la obra que vive un amor imaginado, creado. Hay un 'yo poético' que escribe para Berlín y de esta forma se establece una relación entre el poeta y la ciudad.

01.

Este será tu libro para que tú nunca lo sepas
yo inventaré para eso la ciudad,
los lugares ocultos, los sitios secretos.
crearé el aroma de las camelias,
las canciones de los músicos ambulantes,
la hierba fresca bajo tus pies ...
yo crearé este lugar para un amor que nunca muera,
mi pequeño de ojos mágicos,
y a ti también.
y sólo si atas un globo rojo a mi mano
y juras que será el perro que camine a nuestro lado,
que será chespir, con sus patitas de goma levitando sobre el suelo,
si lo haces, si me lo juras,
entonces te crearé a ti también.
para que vivas en mi regazo para siempre
mi pequeño Berlín

este será tu nombre, porque tendrás un ojo de cada color
como la ciudad.
y este será tu libro,
para que tú nunca lo sepas.

02.

el libro comienza aquí.
después vienen las palabras que invente para amar
incluso antes
de que tú lo supieras.
y las barrigas de las letras.
allí escondí los paisajes que hicieron crecer mi sonrisa
donde tu caminabas entre la gente,
sin conocer nuestra historia.
y yo hice de estos versos una casa
para encontrarnos.
y los mejores momentos
están escritos en las paredes
para que puedas aprenderlos de memoria.
ellos serán nuestro idioma.
y estas páginas
la forma en la que tus dedos
viajen a través de mi cuerpo.

03.

conjugué un poema para encontrarte.
en el que yo paseaba por la ciudad.
buscaba el mejor sitio en el que vernos por vez primera.
y prometía llevarle flores, camelias,
aunque en realidad
era el poema el que te llevaba por su vientre
y detenía tus pasos en los sitios concertados para los amantes.
que también estaban en el poema,
que habla de instantánea que nos devuelven los escaparates,
de la hora exacta en la que encienden todas las luces,
el cielo de los callejones sin salida.
pero sobre todo
la sombra de los árboles que atardecen, abrazados
yo sabía que estos sitios por las novelas.

así me había inventado los nombres para el color de tus ojos
y poco importaba ya la ciudad
y toda su arquitectura antigua,
porque yo no sé tu nombre real
pero seguro que eres tú
el que mueve mi pelo con su respiración
lo sé porque yo en la terraza del “Rhin”,
y tu sonríes desde el último verso.

04.

me invente “bonaval” y nuestra cama
estaba llena de flores,
así
claro que no tenía miedo de los nichos
y agradecía que anocheciera entre tus brazos
y las estrellas con su canto de grillos
quería decirte:
delicioso
es cómo se escribe
tu nombre bajo los árboles.

05.

hago tiempo, en este poema
para ver si pasas por el “vilar”
a la altura del antiguo casino,
terriblemente reformado
y traes a chespir en una mano y
conjuros para helio escritos en el reverso de la otra.
y te quedas quieto en el medio de la sala sonriendo

y yo arrullándote toda la noche con los poemas más bellos

-diría yo.

antes de que tu no dijeras nada.

06.

para ti, mi niño Berlín, para abrigarte
busqué entre todas las maravillas
los nombres que le daban a los lugares encantados
-más hermosos que el más dulce de los poemas y
encargue que los tatuaran en su cuerpo de seda
y que aprendas a pronunciarlos todo, porque
cuando yo me vaya
en su murmullo
todavía podremos abrazarnos.
en las habitaciones donde la brisa se escapa de la ciudad.
yo, para tener más intimidad, desearé ser
de entre todos, “oliveira”
el lugar secreto de “pati”,
la más cálida parada.
donde los que se aprecian viven
las tardes de esponja de las magdalenas.

07.

deja que me acueste entre ti y el cielo.
aquí, en el verano de las palabras de este poema
y que las brizas de hierba se te peguen
en la fibra de cada verso
y mientras
que pase toda una banda,
y charangas con camisas de plata.
que monten una fiesta mientras nos amamos.
así
“alameda” será
el espacio de milésimas
que la brisa
encuentra entre nuestros cuerpos.

08.

pobre pequeño insomne,
que se sabe de memoria los cuentos de legumbres y princesas
y los nombres de todas las ovejas
y por eso lee poemas de amor, para que lo arrullen
no ves que no podemos salir?
no escuchas la playa debajo de nuestra casa?
que por apoyar mi cabeza en tu pecho
el mar corrió detrás de la luna para encontrarnos
y así, llegó hasta las losas de la ”quintana”
donde nos espera cada noche para separarnos
y llevarme dentro
al sitio del que vengo
y pálidas, las horas de “berenguela” acompañan la marea
que sólo descansa con el sol del mediodía.
así fue el océano en la ciudad
-te lo comente. hasta que te quedaste dormido.
y golpeaba fuerte en la fuente de los caballos.

09.

tanto desea la ciudad
amar a la luna llena
que para ella
guarda del verano los paisajes serenos,
las palabras de brisa que agitan los vestidos de hilo,

y estira las puntas de las antenas y el faro de la torre del reloj
y es por eso, que desde de ahí abajo
envía fuegos artificiales contra las estrellas.

envidiosa

porque sabe
mil veces mil
tu nombre
borda la noche de besos dorados

y en el lugar donde la luna más engorda,
tan grande
que casi toca su vientre con las yemas de los dedos,
de detiene el firmamento. sólo para los amantes.
y mil veces mil,
sobre las aduanas de los días de magnolia,
tu nombre
y entre tus brazos,
aquí en el cielo
igual que en Berlín.

10.

el día abre de mercería y ultramarinos
y nosotros aquí
al sol de este poema,
en este pequeño pedazo de cielo que recortan las antenas,
saludando a los techos rojos de los vecinos
y “abastos”
que toca al mediodía,
con nuestras canciones favoritas.
fíjate como desde el cielo
sólo sabe ser pequeña
la ciudad,
que cabe en la bocanada de aire que embaraza las cortinas.

11.

los amigos son los que mejor entienden
que algunas veces la ciudad
tiene el gesto seductor como el peligro.
y madrugadas con dientes afilados
rasgan con cuchillas los peores lugares.
y que en los días posteriores
son muy tristes.
que se me olvido sonreír
y me sale decirte nada bonito
solo otoño.

y entonces, como ellos saben
los dolores que se aferran en los refugios
vienen a buscarme a casa y nos vamos
a la orilla del río,
soleada república de nuestro abrazo,

donde chespir remueve las hojas de las higueras
golpeando con su cabecita de globo
en la calma de la tarde
donde el único dolor posible
es una dulce molestia,
aquí, en la articulación de la mano.

y de esta cuerdita invisible
que nos mantiene así,
unidos.

12

es la ciudad la que organiza las lluvias
con la puntualidad de las coronas en los funerales.
las envía
para que los semáforos se preñen de paraguas,
y las calles del centro subleven su nombre de difunto.
De esta manera invoca
el más profundo invierno,
el primero de nuestras vidas reales
aquel que comienza en “obradoiro”
con la rabia de todas las mareas.

13.

no lo recuerdas?
que tu esperas en la puerta
del antiguo cine “avenida”
y yo llego tarde,
que vengo de no sé dónde,
con los bolsillos llenos de regalos
envueltos en papel de plata.
y antes de cruzar el patio
ya nos besamos tanto tiempo

pero cuando tú y yo nos conocimos,
el negocio ya había cerrado
- dices.

por eso nunca vimos la película.

14.

más allá de “as hortas”

crecen adjetivos preciosos
que reservo para tus cartas.
pero ahora ya eres mayor y sabes
que solamente son
palabras,
aunque recuerden todos los aromas.
incluso así.

y me dijeron que empezaba a repetir los títulos.

ya ves,
tanta literatura estropeada
por las amantes de maiakowski.

15.

es necesario que sepas de memoria
las direcciones exactas de las librerías
la disposición de cada estantería
los sitios de refugio que regalan los pasillos
que conozcas
las bibliotecas tal y como estaban
con sus calefacciones de constipado,
y “fonseca” de bufandas que descansan.
pues por ahí empieza, amor
nuestro itinerario de caricias.

tanta literatura y nosotros
atropellando botones y corchetes.

16.

quería que soñaras viernes
y el museo de arte contemporáneo
y encontrarnos por casualidad en la cafetería;
yo que estaba escribiendo
y tú que venias de dar un paseo.
quería contarte lo del libro
y como se sorprenden las estepas blanca
pero nunca terminé el poema.

17.

las avenidas tienen nombres demasiado largos para ser recordados.
lo mismo pasa con las calles del centro.
son palabras difíciles, esdrújulas.
no se parecen nada a arriba beso amor
ni sirven para construir una ciudad real.

18.

para evitar el dolor del otoño en tus manos,
el las puntas de los dedos,
todos los trazos redondos de las letras
recuerdan el calor pequeño de las castañas
que acarician las manoplas de los estudiantes.
de esta manera
aunque las esquinas del “toural” corten como alambre
la enfermedad nunca podrá alcanzarnos.

19.

tienes que saber, mi niño,
del puerto oculto de la ciudad,
construido entre la niebla del propio abril
para el negocio secreto del té.
y que allí amarra el deseo
en las noches de borrachera.
y que hay una taberna,
un lugar que nos conoce como “atlántico”
donde las tripulaciones de los barcos fantasma
abrigan su corazón de licores.
y relatan historias fantásticas
de las tierras de los almendros
que lo sepas y entre ellos
algunos recordará preciosos versos,
cartas que nunca enviaron los amantes,
escritos en lenguas extranjeras.

20.

algunas veces
para no sentirse triste, mi pequeño
uno debe creer que las hojas de las camelias
besan los cristales del autobús.
y que después de las vías y del tren
nosotros siempre nos esperamos.

21.

con la única intención de tu sonrisa,
la ciudad dentro de este libro.
que el relato de su amor puro nos proteja
de las catástrofes que me acompañan en cada paso.

22.

y ahora, mi Berlín de miel,
que jugamos hasta el último verso
sabes la verdad de nuestra historia imaginada;

que nos encontramos por casualidad
el 14 de abril del año
de la muerte del poeta ruso.
durante mi única visita a la ciudad.

que fueran tiempos muy felices.
y que nuestro amor creció mucho
en cada “compostela”, que me mostrabas.

pero que la temporada terminó sus días
y los amantes tuvieron que separarse.

y comencé a escribir en secreto
las palabras que yo inventé para amar

e invente que enviabas cartas de almendra,
en las que relatabas con pasión
las cosas más pequeñas.

y en cada verso,
que mantuvimos una estrecha, febril correspondencia.

también que en ese momento, la tristeza
ya estaba instalada en el viejo continente
y en pocos meses
el lugar del que procedo,
rodeado.

e inventé que muchas de las cartas no salieron nunca de la isla

o se perdieron en las entrañas de aviones derribados sobre el mar
o ardieron en los buzones.

Porque
cuando pasó lo de las cartas tuve que inventar que me amabas

para que siempre fuera abril
en el final del libro de María.


y tú, que lo leas.

(María Lado Lariño)

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