domingo, abril 05, 2009

¿QUIEN HA DICHO QUE EL SILENCIO CURA LAS PALABRAS?

Como Maga y Oliveira, protagonistas de “Rayuela” de Julio Cortázar, que decían que andaban sin buscarse, pero que andaban para encontrarse, los sevillanos Maga y yo nos hemos encontrado en el cd+dvd que he saboreado todo el fin de semana, MAGA: 2001 -2008.


Y como Cortázar “para ver a la Maga como él quería tenía que empezar por cerrar los ojos” y escuchar sonidos ensoñadores, letras llenas de metáforas y simbología.

Una sorpresa muy emotiva, "Annabel Lee" de Radio Futura, un canto al amor en "Diecinueve" y un "Des-pi-de", lleno de colores que se descubren poco a poco y que invitan a volver a escuchar.





ANNABEL LEE

Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mi.

Éramos sólo dos niños mas tan grande nuestro amor
que los ángeles del cielo nos cogieron envidia
pues no eran tan felices, ni siquiera la mitad
como todo el mundo sabe, en aquel reino junto al mar.

Por eso un viento partió de una oscura nube aquella noche
para helar el corazón de la hermosa Annabel lee
luego vino a llevársela su noble parentela
para enterrarla en un sepulcro en aquel reino junto al mar.

No luce la luna sin traérmela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.

Nuestro amor era más fuerte que el amor de los mayores
que saben más como dicen de las cosas de la vida
ni los ángeles del cielo ni los demonios del mar
separaran jamás mi alma del alma de Annabel Lee.

No luce la luna sin traérmela en sueños
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos
y así paso la noche acostado con ella
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa.

En aquel sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar ruidoso.
Hace muchos, muchos años en un reino junto al mar
habitó una señorita cuyo nombre era Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada más
que en amar y ser amada, ser amada por mi

DIECINUEVE

Con viento del este hiciste una cama,
soplaste sobre ella para templarla
y con el murmullo de tu voz de agua
me cantabas nanas sin letra.

Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses,
y medíamos el tiempo en latidos.
Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.

Y tu pulso tamborileaba en mis sienes y muñecas
como diminutas patas de ciempiés,
y nos repartíamos los labios y los dientes y el hipo
y del alfabeto las impares.

Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.

Y en tus dedos yo tocaba mis canciones,
dedos de teclas de celesta.

DES-PI-DE


Eterno azul, fin de final,
tan sólo aquí es verdad,
si no lo ves escóndeme tras el reloj,
sueña por mí donde nada existe.

No puedo dormir, lo sabes,
necesito ver colores,
y sólo la voz del aire
la puesta de sol despide.

Invéntate luz de cristal,
estrellas que son verdad si no las veis.
Un mago alfil transluce el sol
en el jardín donde nada existe.

No puedo dormir, lo sabes,
necesito ver colores,
y sólo la voz del aire
la puesta de sol despide

"Maga son como el viento de verano soplando en una armónica enorme, como aquellas de los Beach Boys, abandonada en la playa, frente al eterno azul, fin de final".

Fernando Alfaro

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