Jamás olvidaré aquella noche que escuché por primera vez el "crujido del cangrejo", algo dentro de mí hizo "crac" y como un mecanismo inevitable de autodefensa puse en marcha el plan de fuga más acertado y consecuente que me hizo escapar de las infernales torturas de la indecisión. Y aprendí que es precisamente esa libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una misión y un sentido que a veces gestionamos mal porque otros nos hacen creer que somos un juguete del irremediable destino. De nuevo el crujido ha aparecido, una conmoción interior provocada por un cruce de miradas por explorar y una sonrisa desnuda que invitaba al deseo, un impulso para arribar a lo más profundo de mi personalidad y contemplar lo que aún es potencialidad para poder cambiar de actitud frente a la vida. En realidad me he dado cuenta que no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Ahora sí hay un motivo y muchas tareas por hacer, pero también algo inesperado que nos espera.
Dibujos 2024
Hace 6 días
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